Uxmal (día 9: martes, 28 de julio de 2015)
Para hoy teníamos las ruinas de Uxmal y la ruta de los conventos, que acortamos por el percance de la recogida del coche de alquiler.
El Resort, muy cómodo, habitación muy amplia y a muy buen precio, aunque no tuvimos tiempo de disfrutar de las instalaciones…
Como estábamos a 5’ del recinto arqueológico de Uxmal, nos levantamos más tarde y empezamos el itinerario como a las 8.30 h., lo cual nos permitió recuperar fuerzas.
Hay que pagar 30 pesos por aparcar y el precio de la entrada es de 203 pesos.
Habíamos leído que en México te hacen pagar por tomar fotos, así que entramos con las cámaras en las mochilas. El precio es unos 45 pesos por cámara. Luego ya dentro hay algunos sitios donde se indica pago por cámara, pero tampoco está muy visible. Nosotros porque estábamos al caso del tema e íbamos mirando, pero si no, igual ni te enteras…
Nada más adentrarse en el lugar nos encontramos con la Pirámide del Adivino.
Su peculiaridad es que su base es ovalada, en lugar de cuadrada. Es única en su género. Tiene una altura de más de 35 metros y una anchura de 53 m. Se llama así porque, de acuerdo con una antigua leyenda, esta pirámide fue levantada por un enano en tan solo una noche. El enano era hijo de una hechicera y apostó con el gobernador de entonces que era capaz de construir una pirámide en una sola noche. La pirámide fue construida y el enano se proclamó gobernador de la ciudad de Uxmal.
Seguimos por el cuadrángulo de las Monjas, que es un gran patio de disposición cuadrangular delimitado por cuatro edificios con habitaciones. Resalta por su magnífica decoración, en donde se alternan grecas, celosías, figuras humanas, serpientes, cabezas de tortugas, búhos y mascarones del dios Chaac.
Pasamos el juego de la pelota…
Y llegamos a la Gran Pirámide, a la que sí se puede subir. Tiene una amplia escalinata de 65 escalones, con unas impresionantes vistas desde arriba y un templo en la cúspide con magníficos grabados.
A continuación está el Palacio del Gobernador, que mide casi 100 m de largo por 9 de altura; está formado por tres edificios independientes con mascarones de Chaac y grabados.
Tras salir de Uxmal teníamos previsto hacer la ruta de los conventos: Tekit, Tecoch, Acanceh e Izamal. Descartamos los dos primeros y visitamos los dos últimos.
Por carreteras interiores nos dirigimos a Acanceh. Las carreteras siguen siendo buenas porque aunque estrechas, son rectas largas y el asfalto está en muy buen estado.
Con ayuda de fotos de google maps que habíamos guardado, puesto que no lo teníamos online, nos fuimos orientando por los pueblos que íbamos pasando.
Y preguntando… Todo el mundo es muy amable y se desviven por explicarte.
En Acanceh llegamos a la plaza donde está la Iglesia de Nuestra Señora de la Natividad.
Al lado está el mercado
Se nos había hecho hora de comer así que comimos en un restaurante que hay en la misma plaza.
Comimos un pollo empanado, cerdo entomatado y bistec encebollado, con los consiguientes fríjoles de acompañamiento. Bien de precio y todo buenísimo.
Seguimos hasta Izamal, a menos de una hora. El pueblecito es precioso todo de color amarillo.
Y el convento de San Antonio de Padua me pareció espectacular con su grandísima plaza. Es gratis.
Dentro hay una capilla, también gratis,
y un pequeño museo con ropas, la silla donde se sentó el Papa en su visita al convento y poca cosa más. Para mí el museo no vale la pena, aunque el importe sea de 5 pesos. El resto nos encantó.
A la salida aprovechamos para merendar…
Teníamos alojamiento en Mérida, así que había que recular 1 h, por la misma autovía que nos había traído hasta aquí.
Nos descargamos una aplicación para Android con el mapa de México. Algunos lugares turísticos no salían, pero te guiabas por los pueblos de al lado. Nos fue muy bien para llegar al hotel, que estaba en el centro de Mérida. En muchos lugares las calles no tienen nombres sino números, y nos ayudó a encontrarlas.
El alojamiento muy bien, con parking y piscina.
Hotel Plaza Mirador, en Mérida
Descansamos un rato y fuimos a dar una vuelta por Mérida. Habíamos comido bien así que no teníamos mucha hambre. El centro muy concurrido. Andamos sin rumbo fijo y sin pretender ver nada en concreto, puesto que estaba anocheciendo…
La verdad es que Mérida nos impactó nada más entrar. Ciudad muy grande, muchas aglomeraciones de gente por todas partes, gente muy variopinta. No nos atrajo lo que vimos así que la visita fue rápida. Supongo que el cansancio también haría mella…
Cenamos comida rápida y a dormir.
Día 10: Chichen Itzá, Cenote Zaci (Valladolid), Puerto Aventuras
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