Brasov y Castillo de Bran (Día 8: 27 de marzo de 2024, miércoles)

Para hoy teníamos la visita de Brasov por la mañana y por la tarde el Castillo de Bran. Hasta Brasov había 117km, casi 2 horas.

Teníamos previsto la visita de 10 a 13h aprox. Hemos llegado hacia las 9.30 h y nos ha costado un montonazo aparcar, yo creo que más de media hora. La ciudad es muy grande y ya como unos 4-5 km antes de llegar al centro todo el aparcamiento es de pago, tipo zona azul, pero no hay mucho espacio para aparcar… básicamente son los laterales de las calles que son estrechas y generalmente de un único sentido. O sea que subes por una y bajas por otra, lo que dificultar ubicarse e hizo que el gps nos tuviera un buen rato dando vueltas.

Ya que había que pagar sí o sí, pues tenía localizado un aparcamiento en pleno centro, que parecía un espacio tipo explanada, pero que resultó que en frente estaban haciendo obras así que no lo vimos y nos lo pasamos, y aquí empezó nuestra odisea de dar vueltas. Cuando al final conseguimos aparcar donde uno se iba, hicimos nuestro primer pago con la máquina. Hay un botón para poder cambiar el idioma a inglés, sólo hay que entrar la matrícula del coche y pagar con monedas o billetes de 1,5 o 10 lei, no acepta tarjeta. Con 10 lei ya nos dio el tiempo máximo que le teníamos asignada a la visita.

Brasov

Brasov es un importante centro cultural medieval, en el que en el S XVI fueron impresos los primeros libros en rumano.

Brasov ha servido como puerta de entrada a la mítica región de Transilvania durante siglos. Tanto Brasov como las ciudades circundantes tienen castillos y fortalezas medievales.

Desde donde dejamos el coche, lo que teníamos más cerca fue la Torre Blanca construida a principios del siglo XV y que sirvió como puerta de entrada principal a la ciudad. La torre mide más de 20 metros de altura y tiene un techo cónico, como la Torre Negra. Se llama así por el yeso blanco que cubre sus paredes exteriores.

Queda como en la montaña y se llega a ella subiendo unas cuantas escaleras. Una vez en la base, otro puñado de escaleras te llevan hasta el balcón, al que se puede acceder de forma gratuita y que da unas bonitas vistas.

Luego, por entre medio del bosque, el MapsMe nos llevaba en unos pocos metros hasta la Torre Negra, una torre medieval construida en el siglo XV y sirvió como torre de vigilancia y fortaleza defensiva contra los ejércitos invasores. La torre mide unos 11 metros de altura y tiene forma cilíndrica con techo cónico.

De bajada fuimos hasta la Iglesia Negra, una de las iglesias de estilo gótico más impresionantes en la Europa del Este y uno de los monumentos más famosos de Brasov.

Fue construida originalmente en el siglo XIV, pero sufrió graves daños por un incendio en 1689, que le dio su nombre actual debido al aspecto ennegrecido de sus paredes. Los trabajos de restauración tardaron más de 100 años en completarse, durante los cuales la iglesia sufrió varias modificaciones, incluida la adición de un órgano de estilo barroco.

La iglesia alberga una gran colección de alfombras antiguas, algunas de las cuales tienen más de 500 años y los bancos también eran muy antiguos, con marquetería y pintados.

Una de las características más llamativas de la Iglesia Negra es su impresionante órgano de tubos, uno de los más grandes de Europa, con más de 4.000 tubos. El órgano todavía se utiliza hoy en día. De hecho, tuvimos la suerte de poder escuchar un par de canciones, pues estaban tocando cuando llegamos.

La entrada nos costó 20 lei, que hay que comprar en la tienda de souvenirs que hay en frente. Nos ha gustado.

La Iglesia Negra está justo al lado de la Plaza del Consejo, nuestro siguiente destino, que es la plaza principal, justo en el corazón de la ciudad. Está rodeada por algunos de los edificios históricos más bonitos y coloridas casas de estilo barroco. El elemento más destacado de la Plaza es el Antiguo Ayuntamiento. También había una iglesia ortodoxa, a la que entramos.

Luego ya hemos seguido por la Republic Street, una larga calle peatonal repleta de todo tipo de tiendas, cafeterías y restaurantes.

Llegamos hasta las 2 puertas históricas en la ciudad de Brasov: la puerta de Catalina, que parece un castillito medieval, y la Puerta Schei. Tras pasar por la estrecha calle Sforii, de máximo metro y medio de anchura y ver la Sinagoga Beth Israel, cuya entrada vale 20 lei dimos la visita por terminada.

El Mirador de Tampa se veía arriba de la montaña desde toda la ciudad, con su teleférico subiendo y bajando, pero ya lo habíamos descartado de entrada. Si se tiene tiempo, se puede subir andando en unos 40’.

Nuestro siguiente destino era el Castillo de Bran y como siempre dicen que hay tantas colas, queríamos asegurar. Lo teníamos a unos 30km., media hora de coche. La carretera de nuevo ha sido de curvas en ascenso y tenía pinta de nuevo de estación de esquí y también había nieve en los laterales y entre los árboles.

Castillo de Bran

Sin duda es la zona más turística que hemos encontrado, con grandes explanadas de aparcamiento a lado y lado de la carretera, muchas tiendas de souvenirs, alojamientos, restaurantes…

Precio: 70 lei. Las entradas se pueden comprar en taquilla y por internet. Sala de tortura = 20 lei. Web oficial.

Horario de octubre a marzo: de 9 a 16h de martes a domingo y lunes de 12 a 16h, ultima entrada.

El Castillo de Bran es también conocido como “Castillo de Drácula” porque está asociado con el legendario vampiro Conde Drácula, de quien se dice que se inspiró la famosa novela de Bram Stoker.

Un tema que suele suscitar confusión es que el auténtico Drácula, Vlad Tepes (más conocido como “el empalador” por sus terroríficas prácticas de tortura), nunca llegó a vivir en el Castillo de Bran, a pesar de que éste fue el lugar de inspiración para la novela. Vlad Tepes, nacido en Sighişoara en el siglo XV, fue el Príncipe de Valaquia, país donde tenía su castillo. Parece que en el Castillo de Bran sólo estuvo un par de días en el calabozo, como prisionero.

¿Cómo se creó la leyenda del Conde Drácula? Porque Vlad Tepes era temido en el campo de batalla, no tenía piedad con sus enemigos, los torturaba empalándolos y dejaba sus cuerpos a la vista como aviso. Las historias sobre Vlad III Draculea se convirtieron en la inspiración del escritor y finalmente en leyenda. Cabe destacar que el novelista nunca visitó Transilvania, sin embargo, el parecido entre el Castillo del Conde Drácula son más que evidentes.

Nuestra visita

Nosotros compramos la entrada por internet, el día anterior, para ahorrar posibles colas, ya que además, no íbamos a primera hora. No hubiera hecho falta. Hemos llegado antes de las 12h. Cuando llegas al primer acceso, hay varias máquinas para sacar las entradas, y estaban libres. En el control de acceso me dijeron que subiéramos al castillo.

Hay un caminito desde donde ya se ve el castillo y los jardines. Una vez arriba, hace mucho frio y aún mas viento, así que id abrigados. Durante toda la visita se oían las ventanas que no paraban de golpear del viento que hacía. Para acceder al castillo hay que subir una escalinata, que estaba vacía. Allí te piden las entradas.

A la salida, vas a parar al mismo lugar, pero por otra puerta, las escaleras estaban a tope de gente para entrar. Y por lo que he leído, tiene pinta de formarse mucha más cola en temporada alta.

En cuanto a la visita, el exterior, como se ve en las fotos, es impresionante por estar en lo alto de una roca y divisarse desde bastantes puntos. Los jardines exteriores también están muy bien cuidados.

El interior del castillo no está mal, con una colección de arte, muebles y armas medievales, aunque no tan exagerada como el Castillo de Peles. A mi me sobraban las habitaciones oscuras con animaciones para dar miedo y algunas decoraciones de colores, pero en fin. A Francisco, aún más frikie que yo, le encantó todo, así que para gustos colores.

Dentro no es muy espacioso así que se debe hacer agobiante si hay mucha gente. Nosotros hicimos la visita muy tranquilamente, con poca gente. El patio interior también está muy bien.

Una vez acabada la visita, compramos la entrada para la sala de tortura, en una máquina que hay en el mismo patio. La entrada está allí mismo, en el primer piso. Estuvo bien la sala de tortura, completa y con explicaciones y dibujos, además de los artilugios, algunos de los cuales ya habíamos visto durante el viaje.

Si se va a primera hora, sobre todo en temporada alta, es importante llegar temprano, idealmente antes de que abran. Parece que se hacen unas colas muy largas  y para poder ver el castillo con poca gente.

Al final puedes ver el montón de tiendas de souvenirs que encuentras en el camino al castillo. También hay tiendecitas y comida callejera. El aparcamiento, justo al lado, valía a 6 lei la hora, en efectivo, costó 15 lei. O sea hemos estado 2,5h horas en total.

Y ya hemos acabado el día, antes de lo previsto, a las 16h ya estábamos en el alojamiento, que está en ruta cerca de Peles, a unos 40 km, 1 hora larga. Este también es muy recomendable, ya que en Peles salían muy caros y al día siguiente llegamos en 10’. Además, hay un restaurante cerca, que se puede ir andando y no hay que desviarse de la ruta. Este es el link de Booking.

Fuimos a cenar y también muy bien, nada turístico, que es el estilo que nos gusta más.

Día 9: Palacio de Peles y concierto en Ateneo de Bucarest (Bucarest)