Día 21: sábado, 13 de julio de 2013
El barco llegaba a Bari (Italia) a las 8.30 h de la mañana. Llegamos con un poco de retraso. Teníamos 260 km hasta Pompeya, unas 3 h 15’ por autopista. Habíamos previsto empezar la visita a las 12 y llegamos como a las 12.30 h. En la entrada hay un montón de parkings con diferentes precios. Nosotros cogimos uno que luego nos hacían descuento en la pizzería que había al lado.
El precio de la entrada al recinto de Pompeya era 11 euros y los menores de 18 años gratis. El horario de visita de 8.30 a 19.30 h.
Pompeya fue una ciudad de la antigua Roma que quedó sepultada por la gran erupción del Vesubio en el año 79 d.C. Al ser sepultada con tanta violencia y de forma repentina, la ciudad tiene un estado de conservación inmejorable, mostrando la mayoría de sus edificios, elementos decorativos, e incluso los restos de algunos de sus habitantes calcinados.
La ciudad permaneció oculta hasta que fue redescubierta en el siglo XVI. En 1748 comenzaron las excavaciones, que aún siguen actualmente.
Las ruinas de Pompeya son muy extensas y es posible recorrer gran cantidad de edificios donde los ciudadanos hacían su vida diaria, entre los que destacan algunos templos, la basílica, el foro y las termas, además de algunas casas de las más lujosas decoradas con frescos y mosaicos.
Como curiosidad fijaros en los enormes pasos de cebra de piedra que se utilizaban en aquella época.
Nos habíamos marcado unas 5 horas para hacer la visita pero al final estuvimos unas 3 h. La hora a la que lo visitamos fue terrible puesto que hacía muchísimo calor… La extensión del recinto es enorme y hay pocas sombras por lo que el calor nos pasó factura pronto y decidimos acortar.
Pompeya fue una ciudad espectacular y resulta sorprendente que se encuentre en un estado de conservación tan bueno. Durante la visita se tiene la sensación de estar visitando una ciudad que aún continúa siendo habitada, ya que se conservan la mayoría de los edificios y gran parte de la decoración de las casas.
Probablemente una de las partes más llamativas a la par que escalofriantes de la visita sea la exposición de las figuras de los ciudadanos que quedaron atrapados por las cenizas.
Cuando terminamos comimos en la pizzería de aquí al lado unas deliciosas pizzas hechas a la leña por 25 €.
Ahora nos quedaba sólo la ruta hasta Civitavecchia, para coger el barco de Grimaldi a las 22.15 h. Teníamos 300 km, unas 3 h 30’ por autopista.
Queríamos llegar un par de horas antes. De todas formas, después de haber ido y vuelto con Grimaldi, creo que te dicen una hora de salida, pero en realidad salen por lo menos 1 h más tarde, por lo que no creo que sea necesario dilatar los tiempos de espera. Lo hicieron a la ida y también a la vuelta, lo de salir como hora y media más tarde. De hecho, en la tarjeta de embarque ponía las 23.30 h.
Hacia las 12 de la noche cena y a descansar que mañana tenemos toooodo el día en el barco para no hacer nada.
Día 22: domingo, 14 de julio de 2013
Lo bueno de los camarotes es que no entra ni un ápice de luz, así que nos han dado las 10 durmiendo. Nos hemos despertado porque no sé qué decían por megafonía.
Tranquilamente hemos subido a cubierta y nos encontramos con que en todo el fin de semana hacían en el barco un festival de Dance Fit. Estaba lleno de gente “guapa” todo el día bailando en cubierta. Nosotros también nos agregamos un rato y nos lo pasamos muy bien.
Habíamos cumplido expectativas y dábamos el viaje por acabado, así que a disfrutar de lo que se pusiera delante.
La verdad que con tanto ambiente el viaje no se hizo nada pesado, y eso que el de vuelta siempre es el que más cuesta, porque se acusa el cansancio y porque las vacaciones se acaban…
Ha sido un viaje excepcional. El país estrella era Turquía y no nos ha decepcionado en absoluto. Tiene infinidad de monumentos preciosos que no se los acaba. La gastronomía es fantástica. Para mi gusto, de las mejores que he probado. Y en cuanto a paisajes, muy variados y maravillosos, incluyendo sus espectaculares playas.
Hemos visto Atenas con su Acrópolis, otra de las maravillas del mundo. Tesalónica, segunda ciudad griega en importancia, nos pareció sencillamente acogedora. Y sobrecogedor Meteora, en el techo del mundo. Sobre todo los griegos nos parecieron encantadores, abiertos y amables. Y más en la situación crítica por la que estaba atravesando el país.
Y rematamos con Italia. La zona norte ya la conocíamos, pero había que conocer el Sur. Pompeya simplemente fantástica. Sin duda, las mejores ruinas romanas que hay. Te permite poner un pie en la historia.
Así llegamos:
Espero que os haya gustado y os anime a visitar estos países…
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