Cesky Krumlov

El quinto día íbamos a empezar la visita por el castillo de Cesky Krumlov, que tiene diferentes tipos de entrada, según la época del año, y que tienen precios por separado, alrededor de las 300 coronas cada una de ellas.

En abril podíamos elegir entre el recorrido básico I o el Museo y la Torre. Nos decantamos por el recorrido básico, que se hacía en visita guiada. El castillo abría a las 9 de la mañana, y ya antes había hordas de chinos y otros grupos de turistas. No había hora libre hasta las 9.30h en checo o las 9.45h en inglés, así que elegimos esta última, para enterarnos de la explicación. Y estuvo bien, al chico que hacía de guía se le entendía muy bien.

Además, a las 8 de la mañana ya están abiertos los jardines, cuyo acceso es gratis, y que aprovechamos para visitar, antes de ir al castillo. No los vimos en su mayor apogeo porque estaban replantando flores, pero son muy grandes y vale la pena darse una vuelta por aquí.

Cuando empiezas la visita, pudimos coger unas hojas con explicación escrita en castellano, lo tenían en un montón de idiomas. Está ordenada por habitaciones por lo que se hace muy fácil de ir siguiendo.

Nos gustó mucho la visita al castillo. Hay algunas habitaciones con muebles de la época que están muy bien: comedor, habitaciones, salas de visitas, etc. Y la guinda final fue la sala de las máscaras rococó, que fue pintada en 6 meses por 2 pintores, recreando un baile de máscaras, y en la que salen 135 personajes decorados con hasta el mínimo detalle. Normalmente los castillos y palacios tienen una sala de baile, pero esta nos pareció espectacular, diferente de lo que habíamos visto hasta ahora.

La visita duraba 1 hora y luego acabamos de ver la ciudad. A la salida, vimos en el foso los 2 osos que hay. Antes de la visita no los vimos, pero a la salida fue una pasada, con la balsa con agua y las ramas, los vimos como estuvieron jugando un rato.

Fuimos hasta la iglesia de San Vito, es de estilo gótico y de las más importantes de Chequia, según nos dijo el guía. Además era gratis. Le dimos una última vuelta al casco antiguo, que ya se iba llenando de gente, paramos en el supermercado y pusimos rumbo a Pielsen, nuestra última visita antes de llegar a Praga.

Por el camino paramos a desayunar bocata del schnitzel que nos sobró de la cena, con pan que habíamos comprado. Hasta Pielsen teníamos 160 km, lo que sería 2,5 horas.

En Pielsen teníamos localizado un aparcamiento en un centro comercial frente al centro, sólo hubo que cruzar la calle para acceder al Museo de la Cerveza.

Pielsen

Pilsen es donde se originó la cerveza de nombre homónimo. Aquí podrás visitar la fábrica de Pilsner Urquell, líder en su campo durante los últimos 150 años. También se puede ver el Museo de la cerveza y/o el subterráneo histórico de Pilsen, que también es visita guiada. Cada opción requiere entrada por separado.

Para ver la fábrica se necesitan 2 horas y se hace en visita guiada, sólo en inglés en algunas horas concretas, así que la habíamos descartado. Nos decantamos por la visita al Museo, que se hace por libre y cuya duración es de 1 hora aproximada.

Museo de la Cerveza

  • Precio: 150 coronas
  • Horario: de 10 a 18h

El Museo de la Cerveza está en el centro histórico, en el interior de una antigua fábrica de cerveza del siglo XV, que se ha preservado en su forma original. Cuenta la historia de la producción y el consumo de cerveza desde sus inicios hasta la actualidad. Hay fotos, videos y artilugios antiguos y modernos, así que es interesante.

Con la entrada te regalan un vale degustación de cerveza, que puedes tomar en algunos bares de la ciudad. Nosotros nos la tomamos en Na Parkanu, que está justo al lado del museo.

Casco antiguo

Luego fuimos hasta la Catedral, que está en la plaza principal, y que visitamos por dentro. En la plaza también nos encontramos con los mercados de Semana Santa, donde compramos algunos souvenirs.

La Plaza de la República es muy bonita, es grande y rodeada de edificios imponentes como el Ayuntamiento. Pielsen había sido la tercera ciudad más importante de la República Checa, así que este es el corazón de la ciudad.

También están las fuentes doradas, una construcción moderna que contrasta con su entorno y que no nos aportó nada.

Nos acercamos hasta la Sinagoga, a la que no entramos, y tras pasear por las calles colindantes, había mucho ambiente, dimos la visita por terminada.

Devolver el coche de alquiler

Ahora sólo nos quedaba devolver el coche en el aeropuerto, que teníamos a 90 km, 1 hora larga. Había que devolverlo en el Parking C, donde había alguien las 24h. Allí nos indicaron que dejáramos las llaves dentro del coche y que nos podíamos ir. Decidimos grabar el coche, por si acaso, y mientras lo hacíamos y recogíamos el equipaje, llegaron a revisarlo.

No se lo miró mucho, nos lo habían dado con sólo un par de arañazos, y dijo que todo estaba bien. Por una vez, la devolución ha sido fácil!!

Llegar a Praga

Fuimos al exterior, a la parada del autobús, que es la única opción de transporte público para llegar a Praga. De los 3 autobuses que se pueden coger (AE, 100 y 119), nosotros elegimos ir en el 119, cuyo final es Nádrazi Veleslavín en la línea A de metro, la verde, desde la que llegamos al alojamiento en unos 20’. Se tarda en llegar al metro unos 15-20’ y tiene mucha frecuencia. Cuando llegamos se iba un bus y ya marcaba el siguiente en 5’.

Se puede coger en la T1 y en la T2, ambas muy cerca andando. Pero resultó que el bus 109 no “existía”, al menos no aparecía en las pantallas, y sí el 59, que hacía el mismo recorrido. Hay obras en el aeropuerto y quizás esto ha afectado a los buses, pero es el que se sigue indicando en la web del aeropuerto.

Había otro chico que nos preguntó, y que también tenía la misma información que nosotros. Pero viendo que el 59 nos dejaba en el metro que queríamos, compramos los billetes en las máquinas expendedores al lado de la parada del autobús y nos fuimos en este. También en el exterior hay la máquina para validarlo. El billete costó 40 coronas, el de 90’.

Llegamos a nuestro super alojamiento en el centro de Praga, donde estaremos 3 noches, muy cerca del metro, también tiene parada de tranvía, y nos fuimos a cenar a Na Brezance, que lo teníamos en la calle de atrás.

Cenamos muy bien una parrillada de carne y queso frito, que era otro producto típico que habíamos visto en todas las cartas. De hecho, repetimos restaurante al siguiente día.

Día 6: Castillo de Praga y Free Tour.

Aquí está nuestro itinerario y aquí nuestros consejos para visitar República Checa.